Muchas veces los cambios no son sencillos y en otras ocasiones pues lo son.
Este año mi adolescente, cambió de colegio y fue una decisión rápida, tal vez demasiado pero con mucha confianza.
A pesar de estar en un colegio muy bueno, de exigencia académica y con profesores que lo apoyaban, él no sentía que encajaba con sus compañeros.
Fue el primer año presencial post cuarentena, con los cambios que esto trajo y una adolescencia ya marcada.
Académicamente, no ayudó el hecho de que habían muchos alumnos en el aula y el #tdah (problemas de aprendizaje) así empezó a tirar la toalla a pesar de tener una "evaluación adaptada", sumado a mi embarazo delicado que no pude estar al 100% para él.
Sus compañeros lo saludaban muy bien y hasta siguen preguntando por él, pero la percepción que él tenía no era la más sana.
Pedía ayuda para ponerse al día y no recibía respuesta alguna, no jugaban como él, no hablaban "el mismo idioma" y aunque parezca superficial, es muy importante esta área.
El sentirse aceptado es sumamente importante sobre todo en esta etapa de formación.
Cuando planteamos la matrícula escolar, pidió un cambio, cosa rara en él ya que siempre va a lo seguro. Prefería algo nuevo, gente por conocer y fue muy firme con sus razones.
Escuchamos y decidimos apostar nuevamente por un cambio, esto nos agarró desprevenidos. Y aunque estoy muy agradecida por el apoyo que recibió estos tres años (dos en cuarentena y uno presencial) debí dejar atrás el colegio que lo acogió cuando nos mudamos y darle paso a uno nuevo.
Hoy, asiste a un colegio pequeño (seguimos viviendo fuera de Lima), con sólo 12 alumnos en su aula, me dijo que ahora sí puede escuchar aunque los chicos siempre harán "chacota". Encontró un partner para jugar ajedrez, clases de arte en donde puede elegir entre danza, canto o guitarra y en educación física también puede elegir entre fútbol, voley o karate.
Es decir, le dan la opción a elegir donde se siente más cómodo. Eso es un mega PLUS para él y creo que lo sería para todos.
Sus primos siguen pasando por él y regresan juntos a casa, conversando y riendo. Lo veo más responsable con sus trabajos, hay días que prefiere quedarse en el aula y terminar sus actividades para llegar a casa, almorzar e ir al gimnasio.
Es decir, tener tiempo, ese que es tan escaso para él. Claro, no todo es color de rosas, hay días en que reniega, por que todo tiene que hacerlo veloz (cuando él es fan de hacer toooodo con mucha paciencia ), otros en los que debe decidir si va o no al gym por la cantidad de cosas por hacer, pero HEY ya casi cumple 14 años, debe ya tener esa responsabilidad.
No sé queja, está aprendiendo a ser más resiliente, está tranquilo por ahora y eso es excelente, como papás estamos disfrutando este momento y ni que decir que está sin medicación por voluntad propia, pero esa es otra historia.
Un día a la vez
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