Reflexión...
Aunque el cansancio sea eterno, las malas noches no tengan cuando acabar y las ganas a veces me abandonan.
A veces por mi afán por cuidar de la mejor manera a bebé, olvido mis propias necesidades pero es algo normal. El tiempo se acorta, las noches son largas y mi espalda se parte en dos pero amo cada segundo con él, disfrutarlo de una manera más madura es increíble.
Con mi adolescente, es tratar de manejar diversas situaciones, con las ganas de "colgar" a mi adolescente cuando cree que sabe más que yo y termina contestando hasta por las puras, cuando hay que recoger todo cuando ya lo habías repetido mil veces, es tratar de recordar que es tener su edad y ponerme en sus zapatos, tratar de que entienda que tú ya viviste eso y que lo dices por su bien, es tratar de encontrar el "tiempo de calidad" por que te necesita tanto o igual que el bebé. Abrazarlo rápido pero con el alma para que sienta que estás ahí inclusive cuando no dices nada.
Es seguir manejando sus distracciones y olvidos escolares, soltarlo para que sea independiente y seguro y sobre todo encontrar la poca paciencia que a veces me queda pero este chico fue, es y será, el niño de mis ojos.
No sólo es criar dos hombrecitos con edades tan distantes es no olvidarme de mí.
No olvidarme que soy esposa, mamá, profesional pero sobre todo mujer...
Los hijos son "prestados", crecerán y seguirán su camino. Así que hay que buscarle esa sonrisa a la vida, disfrutar el momento que se nos regala con ellos y seguir caminando.
Un día a la vez
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