Desde que llegó este pequeño todo cambió. Mi casita, que es mini, es un patio de juegos. Mis manos andan cuál michi de las mordidas que me da jugando y se apodera de cada cable que encuentra.
Se ha convertido en el fiel compañero de Wanda Ahora, cuando se queda sola, no llora y le permite dormir con ella.
Pero lo mejor de todo, es que es el dulce tormento de mi hijo. Siendo alérgico a la saliva del gato, está pegado a él con los cuidados necesarios, lo busca para jugar en las noches, se sienta y lo ve jugar con sus muñecos, lo despierta un minuto antes que suene el despertador pero lo más lindo es que intenta distraerlo cuando está en clases de matemáticas (no sé cómo lo sabe) y cuándo el peque se siente muy presionado, esté gatito llega y le saca una sonrisa.
Sus niveles de ansiedad bajan cuando se siente muy presionado mientras que Wanda lo acompaña en las noches y lo ayuda cuando siente que el mundo se le viene encima.
Definitivamente es la pieza que faltaba en esta familia