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  • Foto del escritorKIARA

¿Y Dónde Quedé Yo?


Este escrito es una colaboración para Mamás Blogueras Peruanas.

Desde que mi pequeño #LittleF nació, mi atención siempre fue para él, en mi cabeza no había más que ese pedacito de luz que el cielo me había enviado. Por los cuidados que necesitaba, deje todo, mi trabajo, propuestas de estudios y vida social (aunque de vez en cuando gracias a la #NonnaEspacial podía darme un respiro), en realidad me dedique a él y no me arrepiento, fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida.

Disfrute cada segundo, cada olor, cada sonido, cada siesta a su lado, las conversaciones en su media lengua y hasta las caídas.

Pasaron los años y me dije a mi misma cuando esté en el colegio de los grandes empezaré por mi nuevamente, a seguir preparándome y crecer profesionalmente, con un horario más completo. Pero justo coincidió con la llegada del diagnóstico del TDA y aunque desde los 4 años ya presentaba crisis de frustración, todo cambió, otra vez.

La inatención y la impulsividad que se iba marcando con el tiempo y que yo que creía que era un tema de personalidad o carácter, y es que como no asumirlo, venimos de una familia grande, competitiva de carácter fuerte y dominante. Los remolinos, las dudas y los miedos regresaron tal cual como cuando me enteré que estaba embarazada. Como actuar, que decir y como hacer eran preguntas que daban vuelta una y otra vez, el estrés me invadía y la depresión de colita se metía. Mi niño hermoso, dulce, amoroso, bondadoso se convertía por momentos en mi pequeño “Hulk” y no había poder humano que lograra calmar esa sensación de cólera o tristeza profunda que lo acechaba.

Cuando llegó el diagnostico, nos resolvió un 10% de las dudas y aunque aliviados porque ya teníamos una respuesta a lo que le pasaba aún faltaba ese 90% de cómo ayudarlo en casa, en el colegio y a él mismo. Las terapias, el internet y afán de aprender nos ayudaron a descubrir métodos de enseñanza, de crianza, formar y técnicas para ayudarlos a superar ciertas crisis y demás y aunque vamos pasito a pasito, suave suavecito, seguimos caminando juntos de la mano, aprendiendo y viviendo. Pero, y ¿yo? ¿Dónde quedé yo? El estrés me invadió de tal punto que deje de reconocerme, ya no sonreía como antes o ya no tan a menudo, ya no salía como antes, deje amigos atrás y algunos me dejaron a mí, hasta mi propia pasión por la fotografía dejo de tener el mismo color. Dejé de fotografiar y de hacer lo que amaba. Antes decoraba mesas de cumpleaños y como siempre me gustaron las manualidades había encontrado un plus pero también terminé dejándolo a un lado.

El dolor corporal me invadía; la ciática me visitaba constantemente; se me caía el cabello por mechones, el insomnio era a diario o por el contrario simplemente no tenía fuerzas para despegarme de la cama y hasta el herpes dérmico no me soltaba. Sentía que ya no podía más y hasta ahora a veces siento eso, como si un tren hubiera pasado encima de mí. Lidiar con el pequeño gran amor de tu vida en circunstancias como la mía te consume… Los problemas en casa no faltaron entre los económicos por el desbalance debido a las terapias, el dejar de aportar, problemas de manejo de conducta si es que era la adecuada o no, quien llevaba la batuta a la hora de corregir y si era bueno tener un “policía malo y un policía bueno” y podría seguir y seguir. Todo nuestro núcleo se salió de estabilidad.

Sentía que cargaba el mundo en mis hombros hasta que exploté y mi cuerpo me dijo “Chepi bola, hasta acá no más llegas”. Lloré y decidí que era suficiente, no me gustaba en lo que me estaba convirtiendo y aun que este cuerpo ya está acostumbrado a lidiar con la depresión jamás me había sentido tan pesada como en esta etapa de mi vida. Pero la diferencia es que ahora tenía un motivo poderoso para luchar. Decidí cambiar, me puse metas cortas y creíbles. Empecé por cortarme el pelo, un buen cambio me hizo sentir a gusto conmigo misma y claro empecé este Blog. El ver que habían muchas mamás como yo me hizo pensar y darme cuenta que habían situaciones mucho más extremas que las mías. Y aunque hasta la fecha el miedo de que mi pequeño se haga daño me retumba en la cabeza tengo fe que todo irá mejorando.

Decidí abrir la boca, hablar, decir cómo me sentía y buscar apoyo es mis seres queridos. Mi hijo vio un cambio y creo que eso también fue un despertar. Ahora canto todo el día a todo pulmón – pobre mis vecinos- bailo y trato de verle el lado positivo de las cosas. Aprendo con mi hijo el cómo llevar esta condición y sobrevivir a los golpes que se presentan. Ahora disfruto más, pienso hacer yoga en algún momento y seguir empujando el barco para que no se hunda. Así que si me estás leyendo, mamá tormento, no te preocupes que no estás sola y te dejo algunos tips que pueden ayudarte. - La madre perfecta no existe.- Todas tenemos la mejor intención de hacer las cosas bien con nuestros hijos pero ni ellos vivieron con instrucciones ni es una competencia. Confía en tu instinto y si dudas, busca ayuda. -Date tu tiempo.- Aunque por lo general con este trastorno hay que estar pendientes casi todo el tiempo ya sea por las tareas, asignaciones, juegos, terapias, apachurres y demás, busca un tiempo para ti y solo para ti. Anda a la pelu aunque sea solo por un cepillado (cierra los ojos y disfruta) ¡BÚSCALO! -Apóyate en las personas que amas.- Todos tenemos “nuestra persona” aquella que está dispuesta a liderar una batalla campal por ti y si no la tienes siempre tendrás a tu familia que lucharía una guerra mundial por verte feliz. Habla y no te quedes callada, ahora si por cosas del destino no lo tienes pues para eso está las comunidades y nuestro Blog! -Concéntrate en lo positivo.- Siempre habrá dudas y miedos pero como me dice mi mamá “siempre sale el sol cada mañana” busca el lado positivo a las cosas por más duras que sean y si no sale nada bueno pues te quedará la experiencia.

-Busca un hobbie.- Tejido, bordado, modelado de cerámica (yo hago lindos imanes con esto), yoga, lectura, pintura lo que te guste y sientas que te relaja, hazlo!

-Come sano.- O al menos trata… Te dará energía para luchar con nuestros pequeños “Hulk” -Canta.- Canta a todo pulmón, busca un playlist que te motive, que te haga moverte y sacarte de la cama y créela, tú eres la diva, baila y disfrútalo. Con eso botaras el estrés acumulado. -Busca ayuda.- Si aun así no sales de esa nube gris, busca ayuda. Ya sea los terapeutas de tu hijo, que te darán tips de manejo en casa o de un profesional para que te guie en manejo de estas situaciones. Las puertas del Blog siempre estarán abiertas para conversar, disipar dudas y apoyarte ya que para eso son las comunidades, ¡para encontrar personas de apoyo! Yo sigo aprendiendo, luchando y ¡tratando de ser mejor persona!

¡Tú puedes!

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