Este escrito es una colaboración para las ellas de Mamás Blogueras Peruanas.
Desde muy pequeño #LittleF fue sensible a las texturas y sabores, no le gustaba tocar la goma, sentir que estaba sucio (arena o plastilina) y claro que en esa lista entró los alimentos y aunque hemos ido superando ciertas texturas, a sus 8 años aún no tolera la textura de la gelatina o mazamorra.
Aparte de Las texturas de los alimentos, la sensación producida por ciertos tipos de ropa era una tortura como etiquetas hasta algunos olores pueden ser un problema.
La sensibilidad exagerada es un problema común para niños con diagnósticos como trastorno de déficit de atención. Cuando la sensibilidad sensorial existe independientemente de otros retrasos de desarrollo, a menudo se diagnostica como trastorno de proceso sensorial.
La mayoría de los niños pequeños son caprichosos, al menos en algún momento de su desarrollo. Es normal que se resistan a nuevos alimentos y que prefieran los que tienen ciertas texturas, aunque el tipo de comida que le guste a tu niño pequeño puede cambiar de día a día. Pero en el caso de #LittleF esto se desarrolló alrededor del año y medio y de golpe.
Nada de purés, papillas, jugos o batidos, postres como la mazamorra o gelatina ni que hablar de pudines o flan. Pero también hay que entender la conexión que existe entre el gusto y el olfato por ahí también habría una razón.
En nuestro caso, mi hijo hasta el día de hoy le cuesta muchísimo aventurarse a probar algo nuevo, no vale el decirle “Hey, pero si tú ya lo has probado y te gustó” simplemente no va.
El percentil de crecimiento por lo general desde que nació ha estado en el promedio regular ni muy muy ni tan tan. Solo en un periodo, presentó una leve anemia que levanto rápidamente con alimentos suplementarios y vitaminas.
La terapia ocupacional para el tratamiento de la sensibilidad oral es lo más recomendado y mientras más pequeños sean muchísimo mejor. Pero en casa también podemos ayudarlos.
Estimula a tu hijo a que juegue con la nueva comida incluso aunque al principio no la quiera comer. Utiliza distracciones como canciones, cuentos e historias para ayudarlo a disfrutar de las comidas familiares y a prestar menos atención a lo que está comiendo.
Evita ofrecer una comida que sea totalmente nueva: siempre incluye un alimento que el niño ya conozca y que le guste pero ofrécele primero el nuevo cuando tenga hambre y puede estar más tentado a probarlo.
No lo obligues porque lo único que conseguirás es crear un rechazo mayor tanto a la comida como a la experiencia de comer en familia.
Puedes jugar con platitos, vasos o tazas con sus personajes preferidos, la comida será mucho más interesante para ellos y los animará a probar.
No exageres en el “disfrute de la comida” es decir a veces las mamás exageramos diciéndole “mmmmmm qué rico está esto” pero en la mayoría de los casos y en niños más grandecitos no funciona.
A la larga, solito irá investigando, la curiosidad lo irá llenando e irá probando nuevos alimentos. #LittleF ahora se anima a probar alimentos que siempre ponemos en la mesa por ejemplo el queso fresco o manjar blanco y en casa no lo obligamos a comer y eso ha aumentado su curiosidad al vernos disfrutar de la comida. Hasta nos sorprende y solito pide probar, con decirles que este año descubrió que ama el helado de chocolate en cono… ¡si el cono!
Hasta el año pasado no pasaba del helado de copa-kbana y es que como dije él se basa en rutinas y cambiarle la estructura simplemente se desencaja, pero conforme ha ido creciendo, va madurando y ¡lo intenta!
¡¡¡ÁNIMO que sí se puede!!!